Pies y deporte

A pesar de estar bastante poco reconocida, la salud de nuestros pies es tan importante como la salud dental u ocular. No podemos obviar el hecho de que los pies son el único punto de apoyo de nuestro cuerpo, ya que descargamos en ellos todo nuestro peso. Y solo nos acordamos de ellos cuando sentimos dolor.

Por esto mismo, debemos prestar especial atención al cuidado de nuestros pies, que va mucho más allá de lo que podamos pensar a priori. La prevención es un factor verdaderamente importante: tratar a tiempo una pequeña molestia en los pies o detectar una mala pisada pueden evitar problemas mayores a corto y largo plazo. Y en el caso de las actividades al aire libre, la prevención es más importante si cabe. Si bien es cierto que estas actividades pueden tener un impacto positivo en la salud, no están exentas de acarrear problemas.

Puesto que no todas las actividades son iguales, tampoco lo son las dolencias que estas pueden ocasionar.

Caminar

Posiblemente, caminar sea la actividad más sencilla de todas. Esto mismo puede llevar a pensar que no genera realmente beneficios para la salud o, al menos, del mismo modo que otras actividades aeróbicas.

Pues nada más lejos de la verdad: caminar proporciona beneficios a todas las personas que lo practican -especialmente, a un grupo específico de personas, como a quienes tienen sobrepeso o presentan alguna enfermedad crónica.

Estos beneficios van desde la reducción del riesgo de contraer muchas enfermedades hasta ciertas mejoras en la salud mental: según un estudio de la Harvard Medical School caminar puede ser tan eficaz como la administración de medicamentos para evitar la depresión y aliviar el estrés.

Como aspecto destacado, caminar asiduamente disminuye el riesgo de sufrir hipertensión. A quienes ya presentan este cuadro les ayuda a estabilizar la presión arterial. Por otro lado, se activan enzimas que disminuyen el colesterol malo y generalmente elevan el bueno. Asimismo, marchar a un ritmo medio-rápido se asocia con una bajada del riesgo de insuficiencia cardíaca, lo que ayuda a controlar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, ayuda a mantener fuertes los huesos y las articulaciones y mejora el equilibrio. Y, como añadido, el riesgo de sufrir lesiones es mucho menor que el de otras actividades como correr, puesto que el impacto es muy reducido.

En cualquier caso, el mero hecho de caminar no implica todas esas ventajas: ir de paseo o de compras no computan como actividad aeróbica. ¿Por qué? Para poder considerar el caminar como ejercicio, tenemos que mantener un ritmo constante durante la caminata y evitar las pausas. Asimismo, esta debería durar en torno a la media hora, como mínimo.

Además, si queremos que nuestra caminata habitual mejore verdaderamente nuestro estado físico debemos adoptar una buena postura y movimientos decididos: no todo vale. Ya sabemos los problemas que puede acarrear una pisada incorrecta.

Por este motivo, es recomendable acudir al profesional de la podología periódicamente. Tener unos pies sanos es de vital importancia, ya que son el pilar de nuestro cuerpo. Gozar de una buena salud en nuestros pies, conlleva grandes beneficios para todas las articulaciones y estructuras que soportan nuestro peso: rodilla, tobillos, cadera y columna. Por tanto, prevenir o curar cualquier dolencia podológica que pueda surgir es algo más que necesario.

Senderismo

En las rutas más exigentes cualquier alteración en el relieve puede producir una lesión de gran importancia. Por eso, es conveniente que un profesionald de la podología realice, con anterioridad, un estudio biomecánico para observar si la marcha es normal o presenta alteraciones.

La mejor opción siempre es un calzado de trekking que ya hayamos usado previamente, con suela amortiguadora de más altura en el talón que en el antepié para evitar “sobrecargas” de la musculatura posterior de la pierna. El calzado que usemos, debe tener sujeción, para evitar que nuestro pie realice movimientos sin control; de este modo, disminuye el riesgo de lesiones.

Además, es importante contar con más de un par de calcetines a mano. Deben ser de algodón y sin costuras para que se adapten al pie sin formar arrugas o dobleces. Si tus pies sudan mucho o se recalientan, no dudes en cambiar de calcetines durante el trayecto.

Running

A la hora de correr, con cada paso o zancada una fuerza aproximadamente igual a dos veces y medio el peso corporal debe ser absorbida y disipada por el cuerpo. La persona que corre larga distancia es la más expuesta a lesiones por el uso excesivo de las extremidades inferiores: en la carrera, el pie, y en particular su contacto con el suelo, juega un papel importante.

A través de un estudio biomecánico podemos conocer la cinemática (movimiento) y cinética (fuerza, presión) y, de este modo, reducir el riesgo de padecer lesiones. Un correcto estudio biomecánico no solo contribuirá a reducir el riesgo de lesiones, sino que contribuirá a una mejora en la técnica que traerá consigo beneficios en nuestro rendimiento deportivo.

Igualmente, el calzado cobra especial importancia: correr calzado favorece el contacto del talón con el suelo y aumenta el tiempo de contacto del pie con el suelo; por el contrario, hacerlo descalzo favorece un contacto inicial con el suelo con el antepié y reduce el tiempo de contacto pie-suelo.

La principal diferencia entre correr descalzo y con zapatillas de running radica en el contacto inicial (CI) del pie con el suelo. La carrera con zapatillas de running estándar implica un CI de talón, promovido por una mayor dorsiflexión del tobillo. En cambio, la carrera sin calzado modifica la biomecánica de carrera: el CI es más de antepié que en la carrera con calzado, lo que reduce el pico de impacto y los tiempos de las fases de vuelo y de contacto, además de la duración total de la pisada.

Cuando se usa una zapatilla deportiva (lo más habitual) se producen una serie de cambios en la carga del pie, según el modelo utilizado. Por tanto, este es un factor importante que se debe observar a la hora de elegir un calzado u otro. Del mismo modo, se debe tener en cuenta que una zapatilla amortiguada condiciona el estilo de correr. Los corredores que utilizan más de un par de zapatillas habitualmente presentan un menor riesgo de lesiones asociadas al running.

Originalmente, la principal función del calzado era preservar la salud del pie y prevenir lesiones. Ahora, el rendimiento o la mejora de marcas personales se ha convertido en la prioridad para muchos corredores. De hecho, por mucho que haya evolucionado la tecnología aplicada al calzado deportivo, la gran mayoría de atletas -entre el 19 % y el 79 %- sigue lesionándose.

Por otro lado, según diversos estudios, controlar las superficies por las que se corre habitualmente es otro factor que nos puede ayudar a prevenir las lesiones, además de mejorar el rendimiento en la carrera.

En cualquier caso, independientemente de la velocidad con la que nos desplacemos, hay que prestar especial atención al tipo de calzado que llevemos y, es recomendable realizar un estudio biomecánico para corregir una mala pisada y poder prevenir futuras lesiones.

Ciclismo

El ciclismo es uno de los deportes más practicados en España a nivel amateur. En 2015, el Ministerio de Educación y Deporte realizó una encuesta que reflejaba que el 38,7% de la población que practicó deporte ese año se decantó por el ciclismo. Sin embargo, a nivel profesional solo un 2% de todos los deportistas federados eran ciclistas.

El hecho de que esta práctica se realice principalmente a nivel aficionado, implica una falta de preparación por gran parte de quienes lo practican, lo que puede llegar a ocasionar una serie de dolencias. En cualquier caso, tanto los profesionales como las personas que lo practican por ocio, suelen acabar con adormecimiento o dolor en los pies, sobre todo en la zona plantar, debido a la presión ejercida a la hora de pedalear. Normalmente, el motivo de estas molestias es un uso incorrecto del calzado deportivo, que puede ser demasiado estrecho o corto y genera un exceso de presión en el pie del ciclista. Además, esto se ve aumentado por el uso de plantillas estándar en vez de las plantillas a medida que prescribiría un podólogo.

¿Cómo podemos reducir estas molestias? El primer paso es determinar qué áreas del pie son las que soportan una presión mayor y, por ende, son más propensas a sufrir una lesión. Para ello, es recomendable realizar un estudio biomecánico para poder prevenir aquellas patologías derivadas del ciclismo. Numerosos estudios han demostrado que la presión no se distribuye uniformemente en todo el área plantar, de modo que, durante el pedaleo las zonas que más presión sufren son el antepié y la zona interna: el primer dedo del pie y el primer y segundo metatarsianos. En definitiva, conocer el pie de cada ciclista -incluyendo su pisada y el modo de ejercer fuerza sobre el pedal- es la clave, tanto para evitar como para solucionar prácticamente cualquier problema que se presente.

No obstante, hay que tener en cuenta las diferentes disciplinas de ciclismo: cada modalidad conlleva un cambio en el tipo de bicicleta, lo que implica un cambio en la dinámica del atleta.

En conclusión, puesto que cada ciclista es un mundo, la clave está en obtener la mayor cantidad de información posible para aplicar soluciones individualizadas para cada atleta. Una vez que tenga toda esta información recopilada, el podólogo estará en condiciones de diagnosticar y prevenir todas las potenciales dolencias. Por lo general, la solución más efectiva es el uso de unas plantillas personalizadas que deben ir acompañadas de un calzado deportivo adecuado, que sujete pero no llegue a oprimir el pie. También se pueden realizar adaptaciones en las calas y en la postura en la bicicleta.

En cualquier caso, no importa qué actividad practiques, las claves para una correcta salud podológica son siempre las mismas: estudiar la biomecáncia y elegir el calzado más apropiado. Y esto debe verse complementado con una correcta higiene e hidratación de los pies: no solo evitará rozaduras y ampollas, sino que funcionará como barrera de cara a las infecciones bacterianas, víricas y fúngicas

Fuente Cuidate Plus