Tratar apena del sueño

Además del ronquido, la apnea del sueño tiene importantes repercusiones sobre el descanso, la salud y la calidad de vida.

La apnea del sueño es uno de esos males a los que se suele dar poca importancia. Íntimamente vinculada al ronquido nocturno, es mucho más que un molesto ruido que quien lo produce no suele advertir (aunque sí sus compañeros de cama). Tiene importantes repercusiones sobre el descanso, la salud y la calidad de vida tanto del paciente como de su pareja. Y por ello necesita ser tratada.

“Los ronquidos pueden llegar a los 80 decibelios, el equivalente a una sirena de ambulancia, interrumpiendo el sueño del que lo escucha. Provoca insomnio, un sueño irregular, despertares frecuentes… y todo ello desemboca en problemas de salud”, indica Carlos Egea, miembro de la Sociedad Española del Sueño (SES).

El también jefe de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario Araba explica que en aquellos que sufren la apnea son más frecuentes los dolores de cabeza matutinos, las enfermedades cardiovasculares y la hipertensión. “Además, el cansancio que arrastra interfiere de forma sensible en su vida: tiene miedo a conducir por temor a dormirse al volante, rinde menos en el trabajo, evita eventos sociales como cenas o como ir al cine, porque se duerme, etc.”.

“También puede tener somnolencia con la lectura, viendo la televisión o incluso en espacios públicos, llevando a la persona a evitar estas actividades. Por lo tanto, el paciente puede estar más irritable y, a la larga, tener un estado ansioso depresivo por no poder tener un rendimiento adecuado en sus labores”, añade Cristina Fernández, jefa del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

Ganar en calidad de vida

Teniendo en cuenta todas estas premisas, es importante ponerse cuanto antes en manos de especialistas en el campo del sueño. “A corto plazo el paciente va a tener sensación de un mejor descanso nocturno. En poco tiempo desaparece o disminuye significativamente el cansancio y somnolencia diurnos, mejorando el rendimiento cognitivo y la cefalea. A medio y largo plazo probablemente disminuya la morbilidad y mortalidad por patología cardiovascular”, enumera Sonia Montilla, neurofisióloga clínica del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

El fin de los ronquidos mejora también el descanso de aquellos que acompañan al paciente durante los momentos de sueño, repercutiendo en su mejor salud y en la relación de pareja. Por otra parte, se reduce el miedo a conducir y la posibilidad de sufrir un accidente de tráfico. “Esto ha sido demostrado por el Grupo Español del Sueño, lo que significa que, además de los beneficios que aporta al paciente y a quienes le rodean, también tiene implicaciones sociales y económicas para toda la población”, asegura Egea.

En el caso de los niños y adolescentes es especialmente importante abordar las apneas del sueño, normalmente provocadas por las amígdalas, que frenan la entrada de aire durante la noche. Algo que suele resolverse con una sencilla cirugía. “Esta patología no les favorece nada, porque están en un momento de la vida en el que el sueño es vital para su desarrollo, por eso hay que atajarlo cuanto antes”.

Tratamientos para la apnea del sueño

En el caso de los adultos, es fundamental el control de factores de riesgo como la obesidad. “Es preciso adoptar hábitos de vida saludables con ejercicio físico y dieta. También abstinencia de alcohol y tabaco, así como evitar medicamentos que induzcan un sueño muy profundo”, afirma Montilla.

Desde el punto de vista tanto de Egea como de Fernández, se determinará un tratamiento específico dependiendo de la gravedad de la apnea. “En los casos más leves pueden ser suficientes las medidas de higiene del sueño, la disminución de peso, el evitar el decúbito supino para dormir… En estos casos también son útiles unos dispositivos de avance mandibular (DAM) que ayudan a aumentar el espacio de las vías aéreas”, indica Fernández.

El portavoz de la SES añade para esos casos leves la posibilidad de fortalecer los músculos con fisioterapia. “Hemos visto que acciones como tocar el didyeridú, un instrumento musical de viento típico de Australia, que es como una flauta muy larga, mejora la apnea del sueño porque mejora la musculatura de la zona que se encarga de mantener la vía aérea abierta”.

Los casos más severos requieren soporte tecnológico para poder respirar mejor durante la noche. Son los llamados CPAP o Bipap. El primero es un aparato conectado a una mascarilla que insufla el aire al paciente por medio de un aporte de presión positiva continua, evitando que las vías respiratorias se colapsen.

El segundo es muy similar, pero actúa tanto en la inspiración como en la espiración. “Se trata de un dispositivo de pequeñas dimensiones, y existen múltiples modelos para que el paciente se sienta confortable”, resume Fernández. Para aquellos que no toleran este tipo de aparatos cabe la posibilidad de realizar una intervención quirúrgica que produzca un aumento del espacio aéreo para favorecer la entrada de oxígeno durante la respiración.

¿Quién debe hacerse un estudio de sueño para valorar la apnea?

Según Sonia Montilla, existen varios perfiles en los que merece la pena realizar estudios de sueño por su riesgo a padecer una apnea de este tipo, aunque no sean roncadores. Por ejemplo, en pacientes obesos, hipertensos y con hiperglucemia. También en niños con un inadecuado rendimiento escolar que duermen mal.

“Además, hay que tener en cuenta que, aunque la apnea del sueño es más frecuente en varones, a partir de la menopausia se iguala la incidencia por sexos y por tanto no habría una indicación específica por sexo. Pero sí por las características morfológicas del paciente”, asegura la especialista en neurofisiología clínica.

Fuente Cuidate Plus