Hoy os traemos un artículo muy interesante de la REVISTA ORTOPROTÉSICA…

 

La tecnología como herramienta en La elección del calzado terapéutico del paciente con diabetes metllitus.

Para prevenir el desarrollo de úlceras de pie diabético.

 

 

 

 

Escrito por  Prof. Dr. José Luis Lázaro Martínez. Jefe Unidad Pie Diabético. Universidad Complutense de Madrid. Colaborador de Podartis, con la participación de Sidas Medical.

 

Aproximadamente el 25% de los pacientes con diabetes mellitus desarrollarán a lo largo de su vida una úlcera en el pie, siendo esta la principal causa de complicaciones tan graves como infecciones o amputaciones [1].

La principal causa del desarrollo de una úlcera es la pérdida de sensibilidad del pie (neuropatía) que impide a quienes la padecen sentir dolor frente a diferentes traumatismos. Si además de la neuropatía existen deformidades en el pie como dedos en martillo o en garra, juanetes o callosidades, el riesgo de sufrir úlceras se incrementa notablemente. [2]

Se ha demostrado que el principal factor desencadenante de una úlcera en el pie es el uso de un calzado inadecuado o estrecho, por lo que es sumamente importante conocer el tipo de calzado que los pacientes diabéticos con neuropatía y deformidades deben usar para prevenir heridas por roces del mismo [3,4].

 

El calzado terapéutico de forma general debe cumplir una serie de requisitos:

 

  • La altura del tacón del calzado ideal debe de estar entre 2 y 4 cm de altura. Cada centímetro de altura que se incremente en el tacón se aumenta entre el 10%-15% la presión que se recibe en el antepié.
  • El contrafuerte del zapato debe ser rígido, para recoger el talón durante el impacto del choque de talón en la marcha y evitar que el pie se venza, especialmente cuando el pie está deformado en pronación o en supinación.
  • La puntera del zapato debe ser cuadrada o redonda, y permitir alojar todos los dedos sin comprimirlos. Se debe evitar el uso de zapatos de punta estrecha que compriman los dedos, con atención al quinto dedo que es el que se expone más al roce en el zapato.
    • La suela del zapato debe ser semirrígida o rígida biomecánica e incorporar un balancín de despegue. Esto implica que la suele debe tener una angulación de mínima de un 15% con el suelo para facilitar el despegue. Además, la suela debe ser ligera y antideslizante.
    • La zona de flexión de despegue de la suela debe estar localizada justo detrás de las cabezas de los metatarsianos. Si la flexión de la suela se hace sobre las cabezas de los metatarsianos o en zonas más adelantadas, se incrementa la presión sobre esta zona, y por lo tanto se aumenta el riesgo de lesiones en la planta del pie.
    • Es necesario que el zapato se ajuste al pie mediante cordones, una hebilla o cintas de sujeción de velcro. No es recomendable usar zapatos sin sujeción ya que para que éstos se ajusten al pie, deben ser necesariamente más estrechos, lo que ocasiona roces y compresión en los pies. Es recomendable que el zapato lleve una lengüeta acolchada que proteja el dorso del pie de la presión de cordones o hebillas.
    • El material de fabricación debe ser suave y flexible, preferiblemente en base a pieles blandas, maleables y autoajustables. La piel natural permite cierta transpiración al pie y evita la retención excesiva de humedad. En la actualidad existen materiales sintéticos que son transpirables y dermocompatibles. Si las deformidades son rígidas o hay callosidades sobre ellas, es recomendable que el material de la puntera sea termomoldeable o auto-ajustable como la lycra o el Flexpell.
    • El interior del zapato debe estar libre de costuras y protegido con un forro continuo, transpirable y que no forme arrugas en el interior con el uso, a consecuencia de la humedad del sudor y posterior secado.
    • El calzado debe alojar el pie no sólo en longitud, sino también en anchura y en altura. El problema de personas que tienen el pie muy ancho es que acaban comprándose un número mayor al que necesitan y esto es perjudicial para el pie ya que aumentan los movimientos de fricción con el pie, y además se pierde la relación anatómica que el zapato tiene previamente diseñado de forma estándar del balancín de despegue. Así que para tener la máxima protección es importante que el calzado además de diferentes largos sea disponible también en diferentes anchuras [M,L,XL]

Esperamos que os haya sido de interés y damos las gracias a la Revista Ortoprotésica, en particular al número 96 de la cual hemos rescadato este interesante artículo.

 

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