Alzheimer y silla de ruedas

Según la OMS, la enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia en el mundo, siendo responsable directa de entre un 60 y 70% de todos los casos a nivel global.

En nuestro país, y según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) de 2020, cerca de 800.000 personas podrían padecer Alzheimer.

Los primeros síntomas suelen aparecer a partir de los 65 años y se incrementan, de forma paulatina, desde entonces, afectando al 5% de la población mayor de 60 años, al 20% de los mayores de 80 años y al 30% de los mayores de 90 años según datos de esta sociedad médica.

Estas elevadas cifras también sitúan al Alzheimer como una de las principales causas de discapacidad entre las personas de avanzada edad. Prueba de ello es que esta enfermedad supone un importante impacto en la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud, con una media del coste por paciente que supera los 27.000 euros anuales.

Por eso, desde diferentes organismos e instituciones, se ponen en marcha estrategias para reducir el impacto, tanto personal como social, de una enfermedad que afecta considerablemente a la calidad de vida de quien la sufre, pero también a sus familiares, cuidadores y entorno más cercano.

Discapacidad por Alzheimer: causas

El Alzheimer es una enfermedad degenerativa de las células cerebrales. Tiene carácter progresivo e inevitable, y afecta principalmente a las neuronas encargadas de realizar las funciones que nos caracterizan como seres humanos. De hecho, desde el punto de vista funcional, la discapacidad por Alzheimer se considera una “discapacidad que afecta a actividades diarias”.

Su origen todavía es desconocido, aunque sabemos que el Alzheimer se produce debido a la reducción de la producción cerebral de un neurotransmisor llamado acetilcolina, lo que provoca a un deterioro en el rendimiento de los circuitos colinérgicos del sistema cerebral.

Al principio de la enfermedad, las personas afectadas por discapacidad por Alzheimer únicamente son conscientes de que les pasa algo anormal a su memoria, y pueden convivir con ello sin problemas.

Sin embargo, poco a poco, sus funciones cerebrales disminuyen y se van apagando: primero se pierden las facultades cognitivas (como la memoria, la orientación o la concentración), después los conocimientos adquiridos (actividades diarias, lenguaje, capacidad de expresión, etc.) y finalmente toda capacidad y control sobre el físico.

Las manifestaciones físicas que causan discapacidad por Alzheimer suelen aparecer en los estadios más avanzados de la enfermedad.

Aun así, en las fases iniciales es bastante habitual que los pacientes comiencen a utilizar accesorios de ayuda como bastones o muletas para evitar caídas por desorientación, o complementos como las sillas de ducha para su aseo diario.

La silla de ruedas será fundamental para muchos pacientes con Alzheimer avanzado, cuando aparecen otros síntomas graves como la incontinencia completa, los trastornos deglutorios o las rigideces/contracturas en flexión.

En esta última fase, los cuidadores deben utilizar, además, otras ayudas como las grúas de traslado para mover a los enfermos, ya que muchos de ellos están prácticamente inmovilizados en la cama.

Signos físicos de las diferentes fases del Alzheimer

Según datos de la Asociación de Alzheimer, la esperanza de vida promedio de una persona mayor de 65 años diagnosticada es de cuatro a ocho años. Sin embargo, algunos pacientes llegan a convivir hasta dos décadas con esta enfermedad.

Por otra parte, la velocidad de evolución de la discapacidad por Alzheimer es muy variable de un enfermo a otro, y las repercusiones en su vida diaria también lo son.

De forma genérica, la enfermedad de Alzheimer puede dividirse en tres fases:

Fase Ligera

Las consecuencias físicas del Alzheimer en sus fases iniciales son prácticamente imperceptibles, y las primeras manifestaciones de la enfermedad suelen ser conductuales, ya que la persona suele experimentar cambios de humor bruscos y opta por aislarse de amigos y familiares.

Por lo demás, el enfermo continúa llevando una vida normal, razonando y comunicándose bien, aunque puede tener problemas para encontrar las palabras precisas a la hora de expresar sus ideas.

Fase Moderada

Durante la fase moderada, los gestos de las personas con Alzheimer comienzan a ser imprecisos. Por ejemplo, se abrocha mal los botones o le cuesta sostener la cuchara al comer debido a temblores o pequeñas convulsiones.

En esta fase de la enfermedad, es habitual que los pacientes se golpeen al realizar tareas diarias y las caídas son bastante frecuentes. También comienza a ser necesaria ayuda de cuidadores o familiares para ir a la habitación o al baño, por lo que es necesario usar bastones o andadores.

Fase Severa

Por tratarse de una enfermedad degenerativa, la fase final del Alzheimer es la más discapacitante.

Los pacientes muestran dificultades para hablar y no consiguen realizar gestos básicos para expresarse.

Generalmente, tampoco pueden levantarse, sentarse o andar, por lo que el uso de sillas de ruedas y grúas es necesario para cuestiones diarias como el aseo, las curas o los traslados.

Además, los pacientes tienen dificultad para tragar y no controlan sus esfínteres, y deben utilizar pañal, siendo dependientes en prácticamente todas sus actividades diarias.

Fuente Sunrise Medical