Movilidad temprana

El cuerpo humano está diseñado para estar erguido: nuestros huesos, músculos, órganos y sistema nervioso funcionan de manera óptima en posición vertical. Por eso, la caída y posición del pie para mantenerse erguido o la posibilidad de caminar son dos de las principales preocupaciones de los padres de niños con discapacidad.

El daño temprano y la falta de maduración del tracto corticoespinal hacen que muchos de estos niños no puedan andar ni desarrollar sus habilidades motoras con normalidad, lo que dificultará su desarrollo físico. De hecho, a muchos niños con discapacidad les cuesta conseguir una marcha independiente y, cuando lo hacen, tienen un patrón de marcha anormal o menos eficiente que puede afectar negativamente a su salud.

Los tratamientos de movilidad temprana para el entrenamiento de la marcha abarcan una amplia variedad de intervenciones dirigidas a mejorar su capacidad de caminar. Estas actividades se realizan sobre el suelo, en cintas de rodaje o utilizando un sistema de suspensión, una ortesis o un andador.

El entrenamiento de la marcha en la edad temprana favorece que el niño pueda adquirir la capacidad de caminar o dar pasos. También fortalece su musculatura y evita el riesgo de deterioro por aparición de contracturas, deformidades óseas o articulares, y debilidad muscular.

Desarrollo de la movilidad independiente en la infancia

La movilidad independiente es fundamental para el desarrollo psicológico, social y cognitivo de un niño. Podemos distinguir entre la locomoción, que es la capacidad de moverse de un lugar al siguiente, y la ambulación, que puede definirse como la capacidad de caminar de un lugar a otro.

En el desarrollo humano, la movilidad independiente comienza con la locomoción del gateo, aproximadamente a los nueve meses de vida, y progresa hasta la ambulación vertical, que suele desarrollarse entre los 12 y los 18 meses.

Pero caminar no sirve únicamente para desplazarse: al adoptar la postura vertical y caminar, el niño se involucra activamente en su entorno, ya que éste queda al mismo plano que el del resto de las personas, lo que facilita la interacción humana.

Por otra parte, la cadera se encuentra en posición antevertida antes de la ambulación, y su alineación no se produce hasta que nos ponemos de pie y comenzamos a andar. La carga de peso y el entrenamiento de la marcha también permiten desarrollar una correcta alineación del eje pie, rodilla y tobillo, algo clave para disminuir la espasticidad y estar erguido sin sufrir contracturas.

Además, al estar de pie, nuestra pelvis puede moverse hacia la posición de mayor inclinación y nuestra columna vertebral se estira, aumentando la cavidad del tronco y permitiendo que los órganos funcionen mejor.

Por último, al caminar, el niño tiene una mayor autoconciencia de sí mismo y de lo que le rodea: aprende a evitar obstáculos e identifica cómo es su entorno para reaccionar cuando éste cambia. El desarrollo de la visión y la percepción periférica es otro de los beneficios que debemos a nuestra movilidad independiente.

¿Por qué es importante la estimulación de la movilidad temprana a través del entrenamiento de la marcha?

Desde su nacimiento, los niños trabajan, incluso sin saberlo, su desarrollo motor, preparándose para adoptar la posición vertical y caminar. En el caso de los niños con disfunción neuromotora, su desarrollo está limitado a sus patrones de movimiento, su menor estabilidad o su mayor tonicidad muscular, rigidez y debilidad.

Estos niños suelen ser más apáticos y menos curiosos, lo que genera patrones de conducta pasivos. Por eso, la motivación temprana gracias a actividades como el entrenamiento de la marcha entre los 9 y los 12 meses es tan importante.

Varias investigaciones han demostrado una relación directa entre el nivel de actividad física de un niño y sus logros motores. Así, la movilidad temprana gracias al entrenamiento de la marcha es fundamental para alcanzar ciertos objetivos de ambulación, bipedestación (posición de pie) o carga de peso, para conseguir un mayor control de los movimientos del eje tronco/cabeza, y para ampliar el rango de movimiento.

Motivar la actividad desde la infancia también retrasa la aparición de enfermedades asociadas a la inmovilidad como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares o la diabetes.

De forma global y a modo de resumen, los principales beneficios del entrenamiento de la marcha en la edad temprana son:

  • Facilita el desarrollo de articulaciones y huesos.
  • Previene contracturas.
  • Aumenta el rango de movimiento de músculos y articulaciones.
  • Mejora la función pulmonar.
  • Mejora las funciones de los intestinos y la vejiga.
  • Mejora la circulación.
  • Reduce la espasticidad.
  • Reduce el riesgo de úlceras por presión.
  • Mejora el crecimiento de la cognición, la interacción y facilita la exploración del entorno.
  • Mejora la conciencia visual
  • Mejora los aspectos socio-emocionales y psicológicos del niño.

Técnicas de entrenamiento de la marcha: el andador MyWay de Leckey

Las técnicas de entrenamiento de la marcha en niños con discapacidad buscan mejorar las actividades funcionales del niño. Con esta denominación englobamos todas aquellas acciones y rutinas diarias que el niño desarrolla en los entornos donde pasa más tiempo (domicilio, colegio, etc.).

Las actividades del entrenamiento de la marcha se plantean como ejercicios y estiramientos musculares que se realizan de manera repetitiva para conseguir objetivos claros y contando siempre con la participación activa del niño y con la supervisión de profesionales.

En muchas ocasiones, también se requiere el uso de ortesis o andadores.

Las ortesis son dispositivos dirigidos a modificar las características estructurales y funcionales del sistema esquelético y neuromuscular. Dentro de las ortesis encontramos los trajes ortésicos. Estos dispositivos tienen una forma similar a una prenda de vestir y están diseñados en materiales como el neopreno. Su objetivo es mejorar la alineación musculoesquelética del niño y así facilitar la marcha.

Un andador, por su parte, es un dispositivo que proporciona soporte en la pelvis y/o en el tronco permitiendo que el niño tenga la posibilidad de desplazarse de forma independiente.

Algunos modelos de andadores, como el Andador MyWay de Leckey, incorporan un sistema de arnés-corsé de tronco con soporte de hombros que proporciona la estabilidad necesaria para ayudar en el control de la cabeza y en el movimiento de las extremidades, permitiendo a los niños mantener sus manos libres para jugar y explorar.

La movilidad temprana a través del uso adecuado de un andador o un entrenador de marcha puede ser muy ventajosa para los niños con discapacidad física.

Fuente Sunrise Medical